

Su delgadez y el porte aristocrático se tradujeron en un estilo que aún hoy, 20 años después de su muerte, sigue vigente. Sin proponérselo, se convirtió en un icono y puso de moda el pelo corto, los pantalones piratas, los jerséis masculinos, las bailarinas y las gafas de sol grandes.

Su legado en el cine dio lugar a 27 películas. Entre sus galardones destacan: un premio Oscar por la película Vacaciones en Roma; tres Globos de Oro por Vacaciones en Roma, Henrietta AwardCecil y el honorífico B. DeMille Award; tres premios BAFTA y una Concha de Plata a la mejor actriz por Historia de una Monja en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Durante sus últimos años ayudó a los niños más desfavorecidos de la mano de UNICEF. Dedicó a ello toda su fuerza, su carácter y su voluntad, incluso por encima de su salud. La profundidad de su alma y compromiso con la vida, en opinión de muchos y en la mía propia, hicieron la propia encarnación de un ángel en la tierra. Tal y como viera Steven Spielberg para su papel en Always la última película en la que apareció. En 1992, tres meses antes de su muerte, Audrey Hepburn viajó a Somalia, un acto que engrandecía aún más su humana forma de entender la vida.
Hoy por hoy, aún se sigue diciendo de ella encarnaba lo mejor de este mundo. Un modelo a seguir no sólo en lo que confiere a la elegancia o como icono de moda, sino como ser humano.
¿Quién no se ha enamorado Audrey alguna vez? Ahora me quedo viendo Sabrina en el canal Paramount.
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